Vio en el cielo una hermosa estrella, luminosa y bella como ninguna otra. La contempló en silencio, inmóvil, en medio de aquella oscura noche. A los pocos segundos una nueva estrella apareció frente a él, era aún más bonita que la anterior, parpadeaba graciosamente y desprendía tímidos destellos de luz.
El frío se apoderó de él, su cuerpo tembló y sus manos empezaron a entumecerse. Pero el espectáculo merecía su atención así que, quieto como un témpano de hielo, observó detalladamente el nacimiento de una nueva estrella. Se repetía la belleza y aumentaba su grado de admiración. Más y más estrellas surgieron del negro firmamento. Cada una de ellas, por separado, desvelaba el secreto de una creación perfecta, y una a una se convirtieron en las predilectas de su mirada.
Sin embargo el frío aumentaba y la oscuridad seguía rodeándole a pesar de estar bajo cientos de claras antorchas. Luchó por mantenerse en pie contemplando el manto que le cubría y sintió que las fuerzas le abandonaban.
De pronto vio como todas aquellas luces avanzaban con parsimonia hacia el centro, daban pasos tímidos pero decididos, se iban uniendo entre sí, sin perder la particularidad que las distinguía y hacia especiales. Se juntaron todas ellas formando una sola estrella, enorme, luminosa y capaz de dar calor.
El cielo se llenó de luz, su cuerpo dejó de sentir frío y su alma comprendió el mensaje.
2 comentarios:
Sencillo, precioso, didáctico, armónico y solidario. Tan bello como la vida misma, María.
Gracias
Y además de todo cuanto expresa nustra amiga Mª Ángeles, nos invitas a urgir la unidad como elemento imprescindible para poder avanzar, socialmente, hacia la consecución de nuestros derechos más esenciales.
Gracias, María, por ese profundo mensaje que nos has dejado en esta sencilla ventana hacia el espacio del internauta.
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