y nadie viene a ayudarme
Todos miran, observan, escuchan,
acusan, juzgan y sentencian
Permanecen impasibles a mi dolor.
Nadie viene a ayudarme.
Me descubro entre la multitud
Ahogada entre lágrimas secas,
pero nadie viene a ayudarme.
Así. Casi ahogada en mi llanto
reconozco el frio rostro de aquellos
que no vienen a ayudarme
Son los mismos a los que yo
un día les tendí la mano, les di mi calor,
mi fuerza, mi esperanza
porque nadie venía a ayudarles
Me voy como una mariposa errante.
aferrada a mis lágrimas esculpidas en piedra
porque nadie vino a ayudarme.
Me llevo conmigo en la memoria
el imborrable recuerdo, una vez más,
de los “grandes amigos” maestros
que nunca van a ayudarme.
Pero también llevo conmigo
la presencia de ese AMIGO
al que nada le pedí, al que nada le ofrecí
y sí que vino a ayudarme.
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