Siempre se ha dicho que lo mejor del abundante entramado legal español es que cada ley viene acompañada de su específico corte de mangas.
José Luis Navas
Este pueblo hispano, siempre escéptico por razones de antigüedad, está muy al cabo de la calle. Por eso, el astuto conde de Romanes le decía a sus señorías parlamentarias: ustedes pongan leyes que yo redactaré reglamentos. Y así. Sin embargo, hombre, alguna vez saltan ronchas. Por ejemplo, cuando el citado corte viene de arriba y lo promueven gentes que no son condes.
Los condes, ya se sabe, tienen mala bebida, pero… ¡joder! Me refiero a la Ley de Dependencia, acogida con aplausos unánimes en aquellos días preelectores, de inolvidables “jaujas”, y desleída en el decaimiento gris de esta actualidad. Y es que la ministra de Políticas Sociales ha declarado que está desbordada. O sea, como dicen los gitanos, que está “tiesa”.
Después, ha hecho lo que, desde Maquiavelo, recomiendan todo los manuales políticos al uso y al desuso: crear una comisión, la forma más inteligente de pasarse las normas por el arco del triunfo (con perdón, ¿eh?) Lo más admirablemente peligroso es que la Sra. Cabrera posee talla de gran política. Se descuelga con el siguiente consejo: seguir incentivando la investigación y el impulso de la ley de Igualdad de Oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal.
Esta Ministra es menos dicharachera que la de Igualdad, pero maneja mucho mejor la solemnidad del idioma. A cada uno lo suyo, que si ahondamos mucho en los equilibrios ecualizados, viene lo que viene. Y ya, para colocarle una amapola al trigal, aparece don Juan Fernández, miembro del Foro de Justicia y Discapacidad del Consejo General del Poder Judicial y primer juez especializado en esta materia, (¡abrumador!) y afirma: “esta ley no tiene suficiente dotación presupuestaria” que, si reflexionan, es lo que habían dicho los gitanos, pero con mejor “versación” ¡Ah! ya que hablamos de leyes preelectorales ¿qué pasa con la que reconoció la lengua de signos. Se trataba de una ley que llevaba consigo la contratación de intérpretes? ¡Mala leche tienen las Campañas y las proximidades electorales!
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