Desde una silla de ruedas, la vida se complica mucho más de lo que pueda parecer por cosas tan cotidianas como un escalón, la cuenta de la luz o una rampa demasiado empinada. Estos obstáculos, que pasan desapercibidos para el resto de la ciudadanía, limitan la capacidad de autonomía y libertad de personas con discapacidad.
Mª Ángeles Lobán Pérez
“La crisis económica afecta más a las personas con discapacidad”
María Ángeles Longares Lobán tiene artrogriposis congénita severa, una enfermedad que afecta a la musculatura y que, con 28 años, le supone un 90% de discapacidad física. Su madre, María Ángeles Lobán es una luchadora que asegura que no descansará“hasta que se reconozcan los derechos de las personas con discapacidad”.
“He ido muchas veces al Ayuntamiento a quejarme por el transporte, por el coste de las ayudas técnicas, que son carísimas... Y no digo nada de la Ley de la Dependencia porque ha pasado mucho tiempo desde que valoraron a mi hija y todavía no hay respuesta. Bueno sí, nos han dicho, que ahora la tiene que valorar alguien del Consistorio. Sea como sea siempre se retrasa todo”, cuenta indignada María Ángeles Lobán.
Pero su denuncia va más allá. “Además del coste añadido que supone el cuidado de una persona con discapacidad, ahora hay que sumar la crisis económica”. Lo que más afecta a la familia Longares Lobán es “la subida en la factura de la luz. Y dicen que va a seguir ascendiendo”. La razón fundamental es la batería de un motor que María Ángeles Longares necesita cargar ocho horas cada noche para que su silla de ruedas eléctrica pueda funcionar durante toda la jornada. “No puedo asegurar si es un 15 o un 20% lo que nos ha subido el consumo, pero lo hemos notado y mucho. Cade vez que llega la factura, sube un poco más”, explica María Ángeles Lobán.
“A la carga de la batería hay que sumar, además, el funcionamiento continuo de la lavadora, porque debido a las necesidades higiénicas de mi hija, la tengo que poner continuamente”, añade. “El colectivo de las personas con discapacidad deberíamos hacer más fuerza para que los responsables nos hicieran más caso. Estamos olvidados y deberíamos luchar para que nuestros hijos tuvieran una vida digna y normalizada”.
María Ángeles Lobán Pérez no pide “ni tarifas especiales, ni nada por el estilo. Y menos ahora, que también nos han quitado la tarifa nocturna”, dice. “Simplemente me gustaría que los políticos tuvieran más en cuenta la situación de cada familia. Aunque como actúen como con la Ley de Dependencia, tenemos para rato. Sea como sea, es injusto y no hay derecho a que tengamos que aguantar situaciones de este tipo. No sé hasta dónde podremos llegar”, dice la madre de María Ángeles Longares. “Nadie nos hace caso. Solo necesito que alguien me diga qué puerta tengo que tocar ahora para que me presten un poco de atención”, concluye María Ángeles Lobán.
Nieves Alvarado
“No podemos subir la rampa de lo empinada que es”
Una rampa demasiada empinada y un escalón de más de diez centímetros son dos obstáculos que impiden que Nieves Alvarado, una discapacitada de 47 años de edad, pueda disponer de un mínimo grado de autonomía. Para entrar y salir de casa, situada en el pasaje Goya de Zaragoza, siempre necesita ayuda. Su padre, de 80 años, es quien empuja la silla de ruedas cuesta arriba y quien debe frenarla con fuerza para impedir que cuesta abajo ocurra cualquier accidente.
Padre e hija han informado a los responsables de la obra de lo peligrosa que es. Fuentes de la empresa propietaria del pasaje indicaron que “un problema técnico” ha impedido hacer la rampa con menos pendiente. “Se ha hecho lo más suave que se podía, pero es que debajo va una jácena. Cuando se construyó la casa, a principios de los años setenta, no se pensaba en estos asuntos y ahora es difícil hacer algo más”, puntualizaron estas fuentes. Asimismo, se han descartado otros sistemas para salvar estas barrera arquitectónicas, como plataformas, al encontrarse en zona exterior.
Nieves Alvarado sufre esclerosis múltiple desde los 30 años, pero ha llevado una vida independiente hasta hace pocos meses. Vivía en su propia casa, en la calle Escosura, y recientemente pudo adquirir una silla eléctrica que le permitía moverse con mayor autonomía. Las aceras de alrededor de su vivienda también han mejorado (se han rebajado bordillos), por lo que ella podía desenvolverse mejor. “En eso he de destacar que Zaragoza ha cambiado en poco tiempo, por lo menos la zona que yo conozco, no sólo a mejor, sino a fenomenal. Han rebajado muchos bordillos”, puntualizó. Pero estas mejoras pasan desapercibidas con las barreras que encuentra para acceder a casa.
Un último brote de la enfermedad le ha limitado la destreza de las manos, por lo que ha tenido que regresar a casa de sus padres, y es desde allí donde no puede salir y volver sola. Además, la silla eléctrica, que mejoraba mucho su capacidad de movimiento, pesa demasiado para su padre, que unicamente puede empujar la manual antigua.
Por otro lado, Nieves Alvarado criticó el funcionamiento de los autobuses para discapacitados, ya que tienen que llamar con demasiada antelación, según su criterio, para ser recogidos y trasladarlos con el servicio municipal. Deben avisar como mínimo con 24 horas de antelación, lo que en ocasiones no es viable, pero en ocasiones ni con esa antelación se atienden las peticiones. “Si tengo que estar un miércoles a las nueves en la consulta médica de la ‘casa grande’, tengo que avisar el sábado anterior”, aseguró.
P. G. I./ T. M. V.
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