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Si no salvo mis ideales, no me salvo a mi.







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lunes, septiembre 17, 2012

El dolor está servido.

Por Mª Ángeles Sierra.

"No veo reflexión ni lucha. En el fondo, todos piensan lo mismo. El pueblo español aprenderá con dolor a dejar de creer que existen diferencias entre los políticos. [...] O la ciudadanía se echa a la calle o no hay nada que hacer, porque no hay solución a la crisis dentro de la política actual".
(Julio Anguita)

Reflexionar consiste en pensar atenta y detenidamente sobre algo. Lucha, según una de sus acepciones en el diccionario de la RAE se define como el esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a una tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo.

El acto de reflexionar, ya implica en si mismo el acto de luchar en tanto en cuanto al esfuerzo intelectual que ha de hacerse para resistir a una fuerza hostil o a una tentación y ese y no otro, tal vez debería de ser nuestro punto de partida.

Nuestra realidad social, política y económica es la que es, tan terrible como es y posiblemente más si fuéramos conocedores en profundidad de la historia y los desencadenantes que nos han llevado a esa realidad. Pese a que no somos conocedores ni disponemos todos de las mismas herramientas intelectuales y técnicas para llegar a comprender en profundidad, podemos como pueblo soberano transformarla, pero no sin antes haber dado de forma previa individual ese salto colectivo de profundizar en esa lucha de la reflexión.

Los representantes de los poderes públicos de nuestra sociedad, dimanan de la sociedad en si misma, luego no son más que el espejo de la sociedad en el que esta se refleja y de la que cada uno de nosotros somos parte. Si queremos cambiar la imagen que se refleja en ese espejo indefectiblemente habremos de cambiar nuestra forma y nuestra posición para que aparezcamos reflejados de otra manera, dentro del mismo.

Comparto plenamente la observación de Julio Anguita de que no hay solución a la crisis dentro de la política actual y mucho menos aun, cuando en un acto de irreflexión como colectividad estamos siendo su soporte y sustentación. Creo que por desgracia, la inmensa mayoría de nosotros, ciudadanos y ciudadanas estamos siendo víctimas de nuestro propio engaño y con ello estamos permitiendo, consintiendo e incluso propiciando cuanto nos está ocurriendo.

La realidad no es otra muy diferente de que el país entero está secuestrado por un poder totalitarista, capitalista y financiero sabedor de que no tiene rivales políticos capaces de enfrentarse a ellos, entre otras razones porque ya se procuró de alimentar a esa previsiblemente parte crítica, a la par que pantomímica que admitámoslo o no, sustentamos de forma directa o indirecta,  la mayoría de nosotros. Mientras el PSOE, IU, UGT o CCOO como máximas fuerzas políticas y sindicales, sustentadas por el consentimiento y la subjetiva pasión, desde mi punto de vista absolutamente equivocada de sus militancias, continúen siendo legítimos representantes mayoritarios de la fuerza social, la misma que nosotros les hemos de forma directa e indirecta otorgado, manteniendo con ello el actual juego de la perversión política de la dominación de los poderes establecidos ante los ciudadanos como si la suma de éstos no fuera el poder del Estado en si mismo, difícilmente encontraremos vías de solución.

Esto no deberíamos verlo como una cuestión del PSOE, en solitario o aliado contra el PP, a su vez aliado o no con otros partidos útiles en el espectro político o de CCOO y UGT, siempre agarradas de la mano para con ello demostrarnos que la mayoría social les pertenece, mientras titubean al unísono, al tiempo que con esta medida discriminan y obstaculizan el verdadero sentir de sus propias bases, reflejado perfectamente en la lucha oculta y silenciada de otros partidos y sindicatos mucho menos representativos en número de asociados, lo que no significa que no sean por otra parte el reflejo mayoritario del pensamiento del pueblo.

Prueba de ello bien podría ser el hecho de que cada vez que PSOE, UGT y CCOO convocan algún tipo de manifestación, el seguimiento, al que se suman esas fuerzas apartadas, tanto sectoriales como sindicales y políticas, es masivo. Siempre que las reivindicaciones sean las nuestras, soy partidaria de que todos unidos hemos de salir a la calle, pero no para que una y otra vez caigamos en la torpeza de nuestra propia trampa, dejándonos convertir en meros actores secundarios dentro de un escenario en el que posteriormente no se va a luchar por nada, que no sea si acaso el mantener y seguir sosteniendo un juego político perverso y asquerosamente manido, por lo que al final estamos delegando y malgastando nuestras fuerzas, las pocas que ya nos quedan, en el sentido contrario, una y otra vez.

Soy de la opinión, de que difícilmente llegaremos a algún sitio, si antes de enfrentarnos a ese capitalismo voraz y pervertido, no somos capaces de despojarnos de esa izquierda postiza y también pervertida, alidada con la que se sustenta y sustentamos a nuestro gran enemigo.

Echarnos a la calle, sí, pero después de la reflexión, después de la aceptación, con estrategia y objetivos y siempre con honestidad y desprovistos de nuestro propio secuestro emocional a la hora de emprender el camino.

Se me hace duro pensarlo, pero el dolor que aun nos espera, como se anuncia en la cita de Anguita que utilice como entrada para llevarme  a esta reflexión, está servido.

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