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Tras una semana de ausencia en mi lucha diaria con esta modesta publicación que les he facilitado con anterioridad, he venido a ver la necesidad de alterar mis comunicados con el hastío que supone la reiteración de una sola noticia destacable: la corrupción de nuestra clase política que, en general, se comporta de una forma reprochable si bien tenemos personas que laboran muy alejados de estos bochornosos y vergonzosos acontecimientos que a todos nos molesta sobremanera, no es posible soportar por más tiempo esta situación que, no siendo punible, pues nada en ese orden de cosas está sancionado en nuestra ley como delictivo, si bien es cierto que entendemos que su peso debiera ser sentido por todos los que, como Eduardo Zaplana, arribaron a la política para forrarse a manos llenas.
En esta ocasión y con el deseo de ser mantenido en adelante, traemos hoy una colaboración de quienes alzan su voz en nuestra defensa.
También creemos resulta interesante el conocimiento de esta reflexión que nos ofrece unos resultados muy positivos desde su objetivo cual es la sensibilización de aquellos que tienen en sus manos la rectificación más conveniente, pero...
Tenemos el ejemplo de personas sencillas y comprometidas con todos los dependientes que, como es su caso, vienen obligados, por cercanía, a defender los derechos de aquellos que más lo necesitan: los dependientes. Y no es que como pudiera parecer dependan de nosotros, nada de eso, ellos son quienes tiene que marcar su hoja de ruta, salvo excepciones que todos entenderemos, la gran mayoría necesitan regir sus destinos pues tienen suficiente capacidad para ello. Pero volviendo a lo que nos interesa, aquí traemos la opinión de un luchador de cuya actividad esta sobradamente reconocida.
Con todas estas aportaciones consideramos más que suficiente para la entrada del día de hoy, pues mucho camino, al parecer, todavía nos toca por recorrer.
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