miércoles, septiembre 10, 2014
UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA
Las fuerzas políticas con representación parlamentaria han reaccionado de forma muy diferente a los datos de la encuesta publicada este martes por EL PAÍS, que confirma la imposibilidad del PP de mantenerse en el Gobierno de la Generalitat y de los principales municipios, así como un virtual empate entre los socialistas y Podemos, aunque esta última formación tendría una mayor intención de voto. El ascenso del partido de Pablo Iglesias reduciría, al mismo tiempo, los resultados de Compromís y de Esquerra Unida.
Antonio Torrres, portavoz socialista en las Cortes, ha mostrado su desconfianza hacia los datos, que ha atribuido a una maniobra del PP "para invisibilizar al partido que más posibilidades tiene" de arrebatarle el Consell. El diputado ha afirmado que el PP ya "hizo trampas en 2007", al financiarse presuntamente con dinero de empresas de la construcción a través de la trama Gürtel, y vuelve a hacerlo ahora con su idea de reformar la elección de alcaldes, "cambiando las reglas a mitad del partido".
El portavoz de Compromís en las Cortes Valencianas, Enric Morera, ha considerado que el sondeo muestra "el hundimiento de los partidos de la segunda restauración monárquica española" y ha afirmado que su coalición está dispuesta a "cooperar para iniciar un nuevo camino".
Jorge Bellver, portavoz del PP en las Cortes, ha indicado que la encuesta es una "foto fija de un momento determinado" que revela la "fragmentación de la izquierda". Una circunstancia de la que ha responsabilizado a los socialistas por haberse, ha dicho, "radicalizado".
La coordinadora general de Esquerra Unida, Marga Sanz, ya declaró el lunes que Podemos tenía todavía que "definirse políticamente". "Ni me preocupa ni me deja de preocupar. Si Podemos se consolida y clarifica su posición será una fuerza con la que trabajaremos", agregó.
10sep 2014
Casi una de cada diez personas que lean estas líneas padece algún tipo de enfermedad mental, crónica o leve. A las causas biológicas se unen las psicológicas, sociales y, cómo no, las económicas. La crisis no solo causa desempleo, quiebras y desahucios, también perjudica seriamente la salud mental. Mientras, la sociedad la juzga de forma implacable y los recortes se ceban, de nuevo, con el eslabón más débil.
Texto: Silvia Zancajo. Ilustraciones: maguma.
Cada quince días, alrededor de treintena personas afectadas por una enfermedad mental y sus familiares se reúnen en una sala del Instituto Psiquiátrico de Servicios de Salud Mental José Germain, en la localidad madrileña de Leganés. Es un grupo creado por la asociación ASAV (Asociación Salud y Alternativas de Vida). La sala se les queda pequeña. La mayoría son mujeres de mediana edad, muchas de ellas madres de enfermos mentales. Pero también hay padres, familias completas, personas solas, jóvenes y ancianos. Ismael y Adrián son el psicólogo y el terapeuta social que dirigen la terapia de grupo.
Allí comparten sus problemas, sus preocupaciones y sus miedos. Pero sobre todo en esa sala se sienten arropados, aunque suponga un reto para algunos. Como para Rocío, que acude con sus padres aunque le cuesta decir lo que siente delante de ellos, pero quiere demostrarles que puede ser autónoma y enfrentarse a sus miedos, o Yolanda, que tiene ganas de que su madre se jubile para que pueda acompañarla y así entenderla mejor. O María Luisa, que encuentra aquí un oasis de una realidad personal y familiar que la desborda.
No hace falta que les preguntemos nada, tienen muy claro lo que quieren decir: "Estamos cansados de que se nos juzgue desde el desconocimiento, de que se nos considere peligrosos, de cargar con un estigma social que no nos deja seguir adelante, integrarnos en la sociedad". También tienen un mensaje claro para los medios de comunicación: "Los medios contribuyen a estigmatizar al enfermo mental. No saben hasta qué punto nos hacen daño todas esas informaciones de agresiones o asesinatos donde se resalta una y otra vez los posibles problemas de salud mental del agresor, sin profundizar en si eso es cierto o si tiene o no que ver con lo que ha ocurrido".
Se lamentan de la falta de conocimiento de su problema y también de la falta de interés de una sociedad que mira sin ver a la enfermedad mental. Es el problema ajeno. A la falta de salud se une muchas veces la falta de comprensión. Como si su enfermedad fuese una cuestión moral. Uno les escucha y siente que muchos se ven al otro lado de la barrera. Pero están allí porque saben que esa barrera es invisible, una convención social que tienen que superar. Luchan por algo tan sencillo y obvio como la normalidad. "No somos bichos raros" es una de las frases más repetidas.
Y no lo son. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, un 9,6% de la población española padece algún tipo de enfermedad mental (crónica o leve). El Estudio Europeo de Epidemiología de los Trastornos Mentales (ESEMeD) estima que el 19,5% de los españoles presentará alguna vez en su vida algún trastorno mental, el 15,7% de los hombres y el 22,9% de las mujeres. Además, entre el 2,5 y el 3% de la población adulta tiene una enfermedad mental crónica. Es difícil cuantificar hasta qué punto la crisis económica ha modificado de forma sustancial estos datos, pero una cosa parece clara: la demanda de atención sanitaria por los llamados trastornos leves, como ansiedad o depresión, ha aumentado significativamente.
La combinación fatal
El estudio IMPACT: Impacto de la crisis económica en la salud mental en España. Desigualdades y evidencias desde la Atención Primaria, 2006-2011 es una de las pocas investigaciones de carácter científico que se han dado en España a raíz de la crisis económica. Elaborado por un grupo de investigadores de universidades españolas, norteamericanas e inglesas y publicado en la revista European Journal of Public Health, analiza cómo la salud mental y las desigualdades socioeconómicas en la población española de 16 a 64 años de edad han cambiado entre 2006-2007 y 2011-2012.
Comparando los datos de ambos periodos, se observa un incremento significativo del número de personas atendidas en los Centros de Atención Primaria por trastornos depresivos, ansiedad o abuso de alcohol, especialmente entre los encuestados que han sufrido desempleo o dificultades para pagar su hipoteca. El número de personas que fueron diagnosticadas de trastorno depresivo mayor se habría incrementado un 19,4%, la distimia (un trastorno de carácter depresivo) un 10,8%, el trastorno de ansiedad generalizada habría aumentado un 8,4%, los ataques de pánico un 6,4% y los problemas relacionados con la dependencia del alcohol un 4,6%.
Miquel Roca, secretario de la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental, es uno de sus autores. En conversación con Números Rojos, explica que con IMPACT han puesto los datos encima de la mesa. "Es muy difícil cuantificar la relación entre crisis y problemas de salud mental, pero hemos constatado un aumento de la demanda de asistencia en la atención primaria por depresión, ansiedad, estrés. Y se espera que ese incremento sea mayor en los próximos años".
Juan Carlos Duro, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid (COPM), nos cuenta que "la demanda de problemas derivados de situaciones cotidianas (estrés, ansiedad, depresión…) es muy alta, sube exponencialmente y está llenando las consultas". Cuando pensamos en el cóctel crisis-depresión es inevitable recordar todos los casos de suicidios –muchos de ellos asociados a los desahucios- que se han producido en los últimos años en España.
En este caso, Duro nos aclara que es un tema donde las conclusiones –demostrables- son complicadas: "¿Quién puede afirmar científicamente que una persona se ha suicidado porque le van a desahuciar? Es difícil afirmar eso de forma rotunda, pero sería meter la cabeza bajo tierra ignorar la relación que tiene. Desde nuestro punto de vista es evidente que las situaciones de paro, en las que ves peligrar tu hogar y tu modo de vida, influyen en la demanda de la atención a la salud mental en el sistema público".
Duro hace mención especial a los problemas de salud mental de la población infantil: "Hay un incremento importante de problemas de fracaso escolar, ciberbulling, violencia, los famosos ninis… la falta de expectativas de los jóvenes hace que se socialicen en otros valores: bandas juveniles, etc. Y eso también está relacionado con la situación de crisis".
Los recursos del sistema
Es evidente que la falta de salud mental afecta a un porcentaje significativo de la población. La pregunta es: ¿hay recursos públicos suficientes para atender a los demandantes?
Cuando hablamos de atención sanitaria pública en el caso de la salud mental, hablamos de un aspecto del sistema que siempre ha tenido carencias. Ni los afectados ni los profesionales achacan esas deficiencias en su totalidad a la crisis, pero, usando un símil sanitario, si antes el paciente estaba mal, ahora reviste gravedad.
José María Sánchez Monge, presidente de la Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (FEAFES), nos explica que, aunque es obvio que la atención ha mejorado notablemente desde 1986, el año de la Ley General de Sanidad, "seguimos teniendo grandes carencias. Siempre las hemos tenido, especialmente en la rehabilitación o los centros de día. Si hubiera suficientes recursos la situación sería diferente, porque dentro de una estructura establecida es más fácil atender a la persona".
Juan Carlos Duro nos cuenta que, en términos históricos, la situación de la Psicología Clínica ha mejorado: "Y nuestra inserción está muy valorada por el resto de profesionales sanitarios, no solo en salud mental, sino en cuidados paliativos, Neuropsicología, Oncología, etc.". A pesar de eso, Duro se lamenta de que la salud mental "ha sido siempre el patito feo de la Sanidad, en cuanto a recursos, inversión y consideración".
A todas estas carencias se unen las derivadas de la crisis. Y se produce un círculo vicioso, tal y como explica Sánchez Monge: "Con la crisis se ha recortado en las unidades de salud mental y cuando las personas no reciben una buena rehabilitación se producen más crisis, lo que lleva a más hospitalizaciones y a un mayor coste para el sistema". Es decir, intentando ahorrar se gasta más.
También el personal sanitario se ha visto afectado. Ante la opacidad de la Administración en ese sentido, el COPM ha hecho un estudio al respecto en el que concluyen que hay una ratio de 4,3 psicólogos por cada 100.000 habitantes en la Comunidad de Madrid. No está lejos de la media nacional, pero está a años luz de los 18 psicólogos por cada 100.000 habitantes de los países de nuestro entorno de la UE. Eso no solo no ha crecido, sino que ha decrecido.
Han llegado las primeras jubilaciones a la Psicología Clínica y no se están cubriendo esas plazas. Solo se cubren las prejubilaciones que obliga la ley. En la Comunidad de Madrid hay 290 psicólogos en la Sanidad Pública y su grado de precariedad es alto. Más de la mitad son eventuales e interinos. "Esos recortes han afectado a todos los profesionales de la salud pública, pero como nosotros partíamos de una situación deficitaria lo acusamos más si cabe", se lamenta Duro.
La sobremedicalización
A esto se suman otras medidas de ahorro de la Administración, como el copago para algunos medicamentos y servicios. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, se está introduciendo el copago en los centros de medio plazo, de día y de crisis, tal y como nos cuenta Gonzalo Nielfa Murcia, presidente de ASIEM, Asociación para la salud integral del enfermo mental. "Este se calcula según los ingresos, pero no se tienen en cuenta los gastos. El copago puede ir desde los 50 a los 700 euros y, lo que es más increíble, los meses que la persona tenga una paga extraordinaria, tendrá que pagar el doble por la plaza en el centro", confirma Nielfa.
Las deficiencias de recursos especializados llevan a dos consecuencias: por un lado, la sobremedicalización, y por otro, la saturación de la atención primaria. Ambos aspectos están estrechamente relacionados. Muchas veces los médicos de familia no derivan algunos casos que llegan a consulta porque saben que hay un cuello de botella en la especialidad. "Lo que ocurre es que los recursos de atención primaria se limitan muchas veces a medicar: ansiolíticos y antidepresivos. Eso, aparte de ser ineficaz e ineficiente, genera un gasto económico muy relevante. Pero es la única herramienta que tienen, porque ni siquiera pueden dedicar un rato a hablar con la gente", nos explica Duro.
Ante la escasez de recursos, derivan los casos más graves a su juicio, es decir, los que no pueden abordar con este tipo de medicación. En el caso de los niños, la derivación sí suele ser directa. En el mismo sentido se expresa Nielfa Murcia, de ASIEM: "La atención sanitaria para las personas con problemas de salud mental no es adecuada porque se centra en la medicación, pero también se necesita rehabilitación, más profesionales psiquiatras y sobre todo más psicólogos".
Esto lleva a que problemas que no son graves puedan acabar siéndolo por falta de una atención adecuada, con el consiguiente gasto, sufrimiento para la gente e impotencia de los propios profesionales, que se dan cuenta de que eso no resuelve el problema. Por eso desde el COPM se están articulando fórmulas para que se atienda mejor a estas personas desde la atención primaria sin psiquiatrizar, psicofarmacologizar ni psicologizar, "porque muchas veces el trabajo que hay que hacer es normalizar la situación de las personas para que sigan adelante con sus problemas". "Nadie discute la necesidad de tratamientos psicofarmacológicos, pero no es ni la única vía de abordar esos problemas ni la más importante", argumenta Duro.
¿Hay soluciones alternativas?
El presupuesto destinado a Sanidad está infradotado, especialmente si lo comparamos con otros países de nuestro entorno en la UE. Es evidente que se necesitan más recursos económicos y humanos para mejorar las deficiencias de la atención sanitaria. Pero conscientes de la dificultad de obtener una partida mayor, las alternativas que se proponen pasan por una gestión más eficiente.
Desde FEAFES han presentado cuatro medidas a la Administración: claves individualizadas de atención y un mayor seguimiento de los pacientes; atención y ayuda domiciliaria para las personas con poca autonomía o dificultades para salir de casa; más formación a la familia, con intervenciones psicoeducativas (este aspecto es muy importante porque el 88% de las personas con enfermedades mentales conviven con la familia) y potenciar y reforzar la atención primaria.
Como nos comenta su presidente, sus propuestas han sido escuchadas y valoradas, pero nada más. Se han quedado ahí, encima de la mesa, engrosando el montón de las buenas intenciones. Y eso que, como nos explica Sánchez Monge, no es un problema de dinero, "porque si estuvieran implantadas, habría menos costes".
En un sentido parecido se expresan desde el COPM: "Hay alternativas, y esto vale para la Sanidad en general. Gestionando mejor y viendo en qué se puede ahorrar sin perjudicar la calidad ni la atención a los pacientes y en qué no". La Administración, dicen, tiene que entender que hay tratamientos que necesitan tiempo, y que es necesario fomentar y mejorar la atención primaria, y desde allí dar respuesta sobre todo a los problemas de la vida cotidiana sin medicalizar. Y también equilibrar la ratio de profesionales.
En los últimos años han salido tres o cuatro plazas de psiquiatras por cada una de psicólogos, eso hace que inevitablemente se psiquiatricen más las respuestas que da el sistema, y eso, como nos explica Duro "es un reflejo de una manera de entender las cosas. Hay que equilibrar eso, no disminuir la ratio de psiquiatras, sino aumentar la de psicólogos, especialmente con población infantil y población que necesite tratamientos psicoterapéuticos. Prácticamente todo el mundo está de acuerdo en quedentro de la enfermedad mental es imposible no contemplar el tratamiento psicológico.Así como no en todos es necesario el tratamiento farmacológico, al revés sí".
Mientras, las personas afectadas por alguna enfermedad mental encuentran muchas veces el amparo en asociaciones, desde donde se unen para defender sus derechos, pero sobre todo pueden participar en terapias y actividades que les hacen sentirse parte de algo, que les permiten seguir construyendo su vida. Estas asociaciones se convierten muchas veces en la tabla salvavidas para muchos afectados, sobre todo en lo referente a integración social, algo que podría considerarse el último eslabón de la fase de recuperación o tratamiento pero que en realidad es un aspecto inseparable del proceso. Sin integración no hay salida ni futuro para ese uno de cada diez que está terminando este artículo, para ese problema que es ajeno hasta que un día lo vemos reflejado en el espejo.
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Publicado por Teuladí en 19:54
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