Nos quieren trabajando hasta la muerte, nos quieren genuflexos, arrepentidos, nos quieren dóciles con el circo, con el miedo, con las enfermedades.
Nos quieren inútiles, débiles, esclavos.
Nos quieren usando el sálvese quien pueda, protegiéndonos de la barbarie cotidiana como si èsta fuera ajena a sus desmanes imperiales.
Nos quieren ignorantes, despreocupados, narcotizados.
Nos quieren con una libertad atada en corto, con una justicia inclinada siempre hacia el mismo lado, con una paz de fusil, sangre y alambrada.
Nos quieren mutantes. Extranjeros de nosotros mismos, con las caras gastadas, con los dientes apretados, con los puños bajos.
Nos quieren cerca, pero lejos nuestras conciencias.
Nos quieren moviendo la cola.
Nos quieren indecentes, corruptos, parásitos.
Nos quieren sintiendo la violencia de sus látigos, camino del sacrificio.
Nos quieren formando una sociedad de imbéciles, de cráneos deshidratados.
Pidiendo permiso para respirar, para amar, para reír, para pensar.
Y yo les digo que aquí, ahora mismo, se hacen visibles nuestras ideas, que paso a paso vamos haciendo historia, que la tierra nunca estuvo somnolienta, que ha ido abriendo brechas por donde asoman hombres y mujeres limpios de letargos y derrotas.
Y yo les digo que aquí, ahora mismo, a pesar de ellos, vienen creciendo los sueños que jamás se ahorcan.
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