UNA CIUDAD CON MENOS BARRERAS
Málaga se prepara para ser Ciudad Europea de la Cultura en 2016. Dentro de la propia Andalucía, nos enfrentamos con rivales tremendos. No nos quedamos cortos con eventos majestuosos como la Feria de Agosto y la Semana Santa, ambas incomparables, contamos con monumentos, calles y personajes sin igual. Paseando por la ciudad se puede uno deleitar con calles San Agustín o Carril, también se puede divisar la mar desde la mismísima calle Larios mientras se lee la revista Litoral. Se puede acudir a la peña Juan Breva, donde escuchar quejíos y palmas. En nuestro imaginario vagabundear entraremos en el museo dedicado al mágico Antonio Ordóñez. Y así infinitas cosas más. He dicho infinitas, pero no son tantas. Primero porque todo tiene su límite, segundo porque no todas las personas pueden acceder a recintos públicos y privados en igualdad. El otro día paseando por la calle Larios me entristeció ver que a dos tercios de los lugares no se puede entrar con silla de ruedas. Esto incluye tanto bares, como comercios de todo tipo, y bancos. No quiero pensar que si nuestra ciudad es agraciada como capital cultural, quedemos mal ante visitantes y oriundos por este motivo. Hay mucha tarea por hacer, y esta no es baladí. Sería un acto muy bonito que muchos malagueños con sus representantes a la cabeza se manifestaran el día 13 de septiembre en la segunda Marcha por la Visibilidad de la Diversidad Funcional que para ese día, en Madrid, ha convocado el Foro de Vida Independiente.
César Giménez
Málaga
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