Leo con gran grado de sorpresa e indignación el artículo del señor Salvador Paniker en la tribuna del diario El País del 4 de agosto de 2008. Y la sorpresa no viene de sus ataques viscerales a la iglesia que, en cierto modo, están bien fundamentados. Lo que me sorprende es el desconocimiento que el señor Paniker tiene del sistema de derechos humanos. No me parece de recibo usar la demagogia para acusar a otros de demagogos.
La muerte digna no está contemplada en el sistema de derechos humanos, lo que sí está contemplado es la dignidad (artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos) y, como consecuencia la vida digna, cuyo final también debería ser digno. Es decir, el derecho humano a la muerte digna se puede inferir, pero no está establecido.
Pero no acaba ahí su tremendo desconocimiento del sistema de derechos humanos, sino que además el señor Paniker califica como la tetraplejia como “enfermedad crónica” mi realidad vital, contraviniendo lo que establece la última convención del sistema de derechos humanos: la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad, que establece que la diversidad funcional (discapacidad) y por lo tanto la tetraplejia, mi realidad, es una cuestión de Derechos Humanos y la desvincula totalmente del concepto tradicional enfermedad.
La vida, que algunos definen como “enfermedad degenerativa terminal de transmisión sexual”, es tan “enfermedad crónica” como lo pueda ser la tetraplejia
Creo que el señor Salvador Paniker, con el que puedo compartir algunos puntos de vista, debe conocer mejor el sistema de derechos humanos y respetarlos, en lugar de hacer demagogia y contravenirlos
Javier Romañach Cabrero
Madrid
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