UNA CIUDAD GUAPA, GUAPA, GUAPA, PERO..
Voy a relatarle a mis amables lectores aquello que una jornada imprevista nos puede deparar circulando por Alicante, que su alcaldesa acuñó con su guapa, guapa, guapa. Pero claro está, recorriéndola es como se sabe la auténtica verdad.
La jornada matinal del domingo nos invitaba pasear, nada nuevo bajo el sol a no ser nuestra singularidad, pues desde el 4 de enero hemos de soportar la lesión que mi esposa ha debido superar.
Resulta que estando en casa de una de mis hijas, trajinando con mis nietos, realizó un mal giro con resultado de rotura de la base tibial derecha por la que preciso intervención quirúrgica y por lo que ahora debe permanecer durante dos meses sin poder apoyar su pie. Hasta aquí algo que podría ser muy normal para cualquiera.
Su situación no le permite caminar a no ser con unas muletas, pero claro, para hacer un paseo preferible es la silla de ruedas, la que por motivo de mi rehabilitación, ahora, hace 3 años de un ictus con resultado de síndrome de cautiverio o de Casandra, añadido a mi dianosticada tetraplejia vine en utilizar una silla de ruedas que afortunadamente hoy en día no uso. El caso es que nos ha venido muy bien para esta nueva situación acaecida en nosotros, así pues la hemos dispuesto y a la salida de nuestra casa nos hemos sentido muy felices por haber iniciado hace años una modificación que nos permitido bajar hasta la planta 0 nuestro ascensor, saliendo de el hemos ido directamente a la calle sin tener que superar ni un solo escalón. Totalmente accesible hemos reconvertido nuestro edificio, pues no hay barrera que impida a ningún vecino salir a la calle a pasear o lo que precise.
Esta fue una de mis pretensiones cuando siendo presidente de mi comunidad, presupueste esta reconversión que, por suerte, ahora podemos disfrutar.
Hemos rodado en dirección al coche de una de nuestras hijas y para acceder a él hemos superado un bordillo que teníamos de bajada. Todo perfecto, aparentemente, pues el susodicho bordillo posteriormente nos daría mucha guasa. Nos encaminamos a unos viveros en donde nos proveímos de diferentes plantas para ornamentar nuestras estancias. Deambulamos por unos parajes cercanos para aprovechar la bonanza de la mañana y cuando le dimos por finalizado
regresamos nuevamente a casa. Aquí es donde comenzaron los inconvenientes de una ciudad poco o nada adaptada, pues el hecho que en ella tengamos unos rebajes únicamente por el centro de la ciudad, dice bastante bien poco si queremos transitar, ya que dichos rebajados bordillos están ausentes por la discapacidad manifiesta de su alcaldesa para gobernar. Cuando pretendimos elevar la silla para alcanzar la acera, nuestra silla mostraba la imposibilidad de hacerlo, ya que su garantía de anti vuelco adaptada lo impedía en verdad, debiendo levantarse la enferma para en volandas elevar, volver a tomar su siento y empezar a rodar por una acera, que ahora si, pudimos superar.
De esto estoy bien seguro, que a más de uno le va a indignar, como yo me he visto indignado cuando lo he podido comprobar. Entiendo muy bien ahora que los diversos funcionales no quieran salir de sus casas y callejear, si tienen que superar estos inconvenientes, vean si les puede agradar. Por una parte los bordillos, que es obligación municipal, por otra los conductores que aparcan en las esquinas, vados, plazas reservadas, todo con gran impunidad ya que los municipales en esto no quieren entrar.
Vaya mierda de ciudad esta que nos toca, esperemos que en adelante y cuando ésta descerebrada deje de gobernar, que el siguiente que entre, sea del color que quiera lo pueda remediar.
Y no les canso más, señores, que lo que pretendía hacerles llegar era esta queja que ahora ya no la veo igual. Mis experiencias me han obligado a llegar a pensar, que otros ciudadanos y al igual que yo, vivimos en esta ciudad.
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