¿Por qué será?

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Debido a los acontecimientos en los que nos vemos involucrados dentro de un conflicto que para nada quisiéramos tener el colectivo de los dependientes, nos vemos abocados a defender nuestro espacio que ha sido descaradamente invadido por unos gobernantes que han sido la causa de nuestras preocupaciones al no aplicarse la Ley de Dependencia para poder vivir con cierta dignidad, aunque de manera precaria; con el boicot ejercido por el Partido Popular que, ciertamente, se debate en la actualidad en demostrar una inocencia que todos los signos externos demuestran todo lo contrario.

Quizás de no mediar esta conflictiva situación no tendría ninguna razón de existir esta confederación de Plataformas de la Ley de Dependencia repartida por toda la geografía valenciana y que actualmente se ha exportado por casi toda España.

Probablemente y de existir estuviese esta Web más enfocada a unos cuidados necesarios para todos nosotros, pero es la realidad muy distante y precisamos de todos para poder reivindicar algo que por Ley debiera aplicarse pero que, incomprensiblemente, ningún estamento oficial obliga a su cumplimiento, desconocemos la razón aunque creemos que alguien debiera responder de esta anormalidad de hacer cumplir una Ley que ni el propio gobierno se encarga de cumplirla.

Esta entrada que sigue la realizamos un poco apartados de nuestra habitual línea, pues por su belleza también contribuye al engrandecimiento del espíritu de todos nosotros, que aunque muchos no lo crean, también somos un poquito más humanos.

Artículo publicado en La Vanguardia, escrito por la periodista Ángeles Caso

Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

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