Enfermos mentales y dependencia
A. Panera García
Después de pasarme un gran rato hablando con un matrimonio del municipio, que me ha contado con lágrimas en los ojos su problema, quiero hacer este artículo de opinión sobre un tema tan candente y doloroso.
Puedo comenzar diciendo que las organizaciones que trabajan con enfermos mentales (bipolares, esquizofrénicos, síndrome de Down) afirman con seguridad que un 20% de este tipo de enfermos se están quedando sin cobertura en la Ley de Dependencia, algo que también acreditan los trabajadores sociales que valoran a los dependientes en sus casas, aunque no se atreven a decir la cifra exacta.
Yo pienso que el baremo que mide la dificultad para desenvolverse cada día está pensado para detectar la discapacidad física: si alguien es capaz de comer solo, asearse sin ayuda, meterse o levantarse de la cama, salir a la calle o vestirse. Por eso cuando los valoradores llegan a casa de un discapacitado psíquico para examinarlo pueden encontrarse con una persona de envidiables condiciones motóricas, pero en el test que hacen los citados valoradores no revela las necesidades del solicitante. Saben llevar la cuchara a la boca, pero si alguien no está pendiente igual no comen en todo el día. Se visten solos, pero igual se ponen un abrigo en verano que manga corta en pleno invierno, pueden levantarse de la cama, pero no lo harán en todo el día si nadie les estimula. Y eso no está contenido en el test.
El baremo para medir la dependencia, idéntico en toda España, ya estaba prácticamente diseñado cuando se introdujeron las enmiendas en el anteproyecto de Ley de Dependencia para cubrir también la discapacidad intelectual y la enfermedad mental, algo que no estaba previsto, por eso hay esas carencias. Con esas carencias, se quedan fuera muchos discapacitados psíquicos. Es el caso de estos padres. Su hijo comenzó con un retraso madurativo y a los 15 años empezó con trastornos psíquicos: alucinaciones auditivas y paranoias, episodios violentos, hemos llegado a un momento en que ya no diferencia la noche del día.
Cuando la valoradora llegó a casa para examinarlo, se limitó a preguntarle si sabía comer, ir al baño solo, ducharse. Lógicamente dijo que sí, pero lo que no dijo es que en más de una ocasión dejó el grifo abierto y el agua llenó la casa y la del vecino, tampoco le preguntaron a qué horas comía, y no lo hace no siendo que estés pendiente de sus comidas en todo momento. Al final le han diagnosticado una dependencia moderada y hasta el 2013 no disfrutará de ayuda alguna a su discapacidad. Esta discapacidad moderada es la misma que impide a sus padres ir de vacaciones o salir a tomar algo solos, siempre pendientes de su hijo.
Su madre quiere que alguien le proporcione un centro adecuado donde el muchacho pueda estar atendido, porque al colegio público al que iba ya no lo admiten y lógicamente surgió la pregunta: ¿Qué será de nuestro único hijo el día que faltemos?
Pido en nombre de todas las familias que tengan personas a su cargo en estas condiciones que se tenga en cuenta el informe psiquiátrico del paciente, ya que una vez cerrados los psiquiátricos no se proporcionó una red social para dar cobertura a las familias.
Finalizo comentando las palabras que dice el presidente de Feafes, José María Sánchez: uno de cada 10 españoles tiene algún tipo de enfermedad mental, y es grave. Es por eso que en nombre de tantos que lo necesitan es clave introducir las modificaciones oportunas para estas personas. No se trata de lo que pueden hacer, sino de lo que se debe hacer y sobre todo que se agilicen los trámites necesarios para resolver problemas que ya no debían existir en 2009.
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