Por Vicente Valero Sanchís.
Leer que el 19 de mayo hay una Reunión informal de Ministros europeos de discapacidad, en Zaragoza, para tratar sobre la autonomía personal a través de la educación ha sido un golpe duro.
En unos momentos de restricción del gasto no acertaba a comprender el motivo de tal reunión, porque para reunirse con carácter informal lo hacen en su casa y a su costa. El hecho de traer ministros europeos a mesa mantel y cuchillo, para que conozcan nuestra tierra es competencia de Turismo. Es indignante que con el dinero de los cascaos se pague la promoción de nuestro sol y buen yantar.
He leído con detenimiento el contenido de la reunión y de la conferencia anexa y me ha venido a la mente la reciente muerte de Agapito, sí, ese cascao que cumplió condena 80 años en la habitación 415. Ese al que dicen que no le gustaba la sopa y si el queso. Se ha parado usted a preguntarse por qué. Se lo voy a decir, porque Agapito comió sopa la práctica totalidad de los días de su vida, igual que jamón de york, pollo y croquetas de no se sabe que. Del jamón serrano no tuvo conocimiento de su existencia. Un huevo frito o un trozo de carne recién hechos jamás los probó. Le pasaba lo mismo que al rey Alfonso XIII, que se quejaba de que en Palacio nunca comía de caliente, porque cuando la comida llegaba a la mesa se había enfriado. También le gustaba el queso, no llegaba frio de la cocina.
No le alcanzó a Agapito la reforma psiquiátrica que sacó a la calle a muchos institucionalizados, tampoco la ley de amnistía del 77. Cumplió cadena perpetua y a lo máximo que alcanzó fue a tener al final de sus días una prestación no contributiva con la que se pagaba el nicho para que lo enterraran. Debía de temer acabar en algún caldo de hospital. No he podido resistirme a esta maldad por mis años de institucionalizado, siento si le ha molestado.
Qué autonomía personal es la que puede alcanzarse cuando se está segregado toda la vida. Muy poca o ninguna. El día a día demuestra que el concepto de inclusión no responde a la participación activa en todos los órdenes de la vida social desde la infancia. Se confunde lo que es inclusión con la integración social. Todas las políticas y los principios formativos de la sociedad están referidos a la integración y para integrar primero hay que segregar y de eso se trata.
Hay que mantener los garbanzos. Hay montones de trabajadores que viven de los cascaos, que han sido formados para educar a los cascaos en centros educativos “especiales”, lejos de las personas de su edad y hábitat, con lo que se les ha hecho una hoja de ruta que lleva al centro de ocupacional o de dia y de allí a la residencia.
En estos momentos hay cientos de padres de niños pequeños con necesidad de apoyos que ven como la “educación inclusiva” existe en los papeles, porque sus hijos son derivados a centros “especiales”. Y si los padres se resisten son sometidos a todo tipo de presiones y empapelados con informes de técnicos que ni han oído hablar de la convención de los derechos de las personas con discapacidad, ni ganas. A base de resoluciones denegatorias basadas en informes a medida se les deriva a los centros que se crean para llenarlos.
Mientras en una mesa de la conferencia se nombra presidente a Pablo Pineda, los padres de Arturo en Galicia, Jesús en Castilla la Mancha, Silvia en Extremadura,… son empujados a los juzgados si quieren hacer valer la famosa Convención, que en España debería de haberse promulgado en papel de lija, para que cuando le quieran echar un ojo les pique.
Pablo Pineda no estudió en un centro “especial”, por eso su nivel de participación social. Si el sistema educativo aplicara lo mismo para otras personas con Síndrome de Down no sería el único licenciado.
Lo dicho. Reunirse de manera informal con un programa consistente en cafetitos con pastelillos por la mañana y la tarde, comiditas y cenas a base de Vega de Duero y Codornices, Riveira y Centollo, para debatir en la sobremesa sobre el sexo de los ángeles, la educación inclusiva y la autonomía personal de los disciudadanos, me parece muy bien, pero con dinero de Turismo. Porque manda güevos que siendo principio de derecho la irretroactividad de las leyes, se haya roto para establecer la anulación de los derechos de prestaciones que afectan a los que no podemos rascarnos la nariz. Esa misma exención me gustaría que la hubieran tenido para con las personas que habían perdido el derecho a las prestaciones sociales por casarse, cuando se aprobó la disposición que lo permitía.
La duda que me cabe es si ese principio de que el derecho a la prestación se prestará a los 6 meses de haberla pedido es una prueba para aplicarla después a la prestación por desempleo o las pensiones de la Seguridad Social. Seguro que en el Congreso me saca de la duda.
Buen tiempo y buen provecho.
Valencia, 15 de mayo de 2010
Vicente Valero Sanchís Velador por el cumplimiento de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. |
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